Todo se sucede –rápidamente- en los ojos.
Apenas vibra el labio inferior.
Las piernas se entreabren para buscar un centro
mientras los brazos caen
de una manera perfecta, incuestionable.
Después, la rigidez.
Acaso retorcer el pelo para distraer el grito.
La primera mancha rosa en la camiseta
y, poco a poco, el resto:
bolitas de colores que explotan y reverberan.
Hacen ese ruido de las palomitas dentro,
como si la temperatura de la caja torácica
se hubiera elevado en un intento por combatir
un agente externo y salvarnos.
A cada explosión acontecen las siguientes.
Así, hasta que la piel cede y se resquebraja.
Entonces, también el dolor,
que ha perdido los nombres, las fechas,
supura.
Queda a la vista lo de dentro, incoloro.
Y es que cuando la primera mancha rosa
la altura del pecho en la camiseta ya es tarde:
El silencio se ha expandido por los órganos.
Inservibles, aún esperan, aguardan.
Pero la muerte es el blanco en la piel cuando el dolor explota.
El cuerpo aún resiste.
Los ojos aguantan.
Aún tiembla el labio.
Inédito, de allá por 2011
No me gusta sacar a relucir cosas que no salieron porque no era el momento o, simplemente, no tenía sentido entonces o no merecían la pena, pero cuando conocí a la artista gráfica Heksiah supe que tenía que regalárselo, que ella iba a verlo tal y como yo lo pensé. Y así ha sucedido. Este es mi “Pop Corn” y el suyo”. Gracias infinitas. Podéis seguir su trabajo en: https://www.instagram.com/heksiah/