Cómo no callarse en público siendo mujer aunque siglos de historia “inviten” a ello
Cómo responderíamos nosotras, las modernas Penélopes, a nuestros Telémacos.
Los comienzos son importantes. Son significativos. Marcan el tono y fijan el punto de mira, allá hacia donde nos dirigimos necesariamente. Por eso la reconocidísima académica e historiadora de fama mundial Mary Beard apuesta fuerte e hila fino ya desde las primeras páginas de su aclamada obra Mujeres y poder (Planeta, 2018), esperada por legiones de miles de mujeres deseosas de conocer por qué su voz es minusvalorada en público, en casa, en la empresa…
Quiero empezar por el principio mismo de la tradición literaria occidental, con el primer ejemplo documentado de un hombre diciéndole a una mujer “que se calle”, que su voz no había de ser escuchada en público.
Sorprendentemente, estas son arrojadas por un hijo (subordinado, teóricamente) a su madre (con una condición de autoridad sobre el hijo, presuntamente):
Madre mía —replica— vete adentro de la casa y ocúpate de tus labores propias, del telar y de la rueca… El relato estará al cuidado de los hombres y, sobre todo, al mío. Mío es, pues, el gobierno de la casa.
Publicado en A Librería el 23.03.18