Diseño de Nazaret Castro
Si ya tienes casi listo tu poemario pero no te decides del todo a ponerle punto final y corriges y corriges sin fin… Eres como yo. Sí, lo reconozco, soy una obsesa de las correcciones, de buscar la palabra justa a lo Juan Ramón Jiménez o quitar la coma aquí para que el ritmo allí y luego repasar el cierre… Pero he aprendido a controlarme, ahora sé cuándo parar. Y como yo también he pasado por esa angustia de no tenerlo claro del todo pero querer cerrarlo de una vez para moverlo al fin por premios… He pensado que quizás estaría bien ayudar a otras a decir “basta”.
Si por el contrario eres de las genuinas que buscan conservar intacto el poema tal cual brotó, te animo a preguntarte si el texto está lo suficientemente pulido como para que quede abierto a que sea de las lectoras. Al fin y al cabo, cuando dejes que tu criatura vuele, ésta comenzará a ser de otras, que se reconocerán en ella y la harán suya pero… ¿Está tu poemario listo para ello? ¿Lo estás tú?
Y ahora llega el momento en el que yo digo -sí, he de decírtelo-: Acaba de una vez tu p*** poemario; Yo te lo corrijo.
Revisión de la estructura y concepción del poemario, repaso del ritmo y la puntuación de cada uno de los textos, detección de posibles incoherencias, mucho de “si no añade, resta”, bastante de “¿funciona esta imagen verdaderamente?”, propuestas de cambios… En definitiva, ser tus otros ojos y manos, ajenos a ti, pero tuyos para mirar tu obra desde otra perspectiva. Y todo lo que necesites.
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PD: Sí, utilizo el femenino genérico por convicción personal.